Por: Emmanuel Miranda Pérez
Director – HOY EN POSITIVO
Cuando cumplí 7 años yo ya sabía leer y escribir, estaba por entrar a la escuela, pero mi papá me
enseñó en la casa y yo leía de corrido. Ese 17 de enero de 1987 llegó a mis manos como todos los
cumpleaños una serie de regalos, todo normal hasta allí, sin embargo entre los regalos había uno
que me dieron mis padres que me marcaría para siempre.

Ese regalo tenía una forma rectangular, lo que descartaba que fuera una bola de fútbol y se sentía
duro, por lo tanto descartaba que fuera ropa. Al abrirlo cuál fue mi sorpresa de encontrarme un libro
de cuentos de los hermanos Grimm. A partir de esa fecha mis padres descubrieron que regalarme
libros puede ser “la forma vieja y confiable”, ya que siempre acertarán.

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Pasaron mis años de infancia y por mis manos pasaron libros de Hans Christian Andersen, Perrault,
De Maupasant, Antoine de Saint-Exupéry, Carmen Lyra y Calufa, para leer a Tolkien, García
Márquez, Eco, Vargas Llosa y clásicos como Esquilo, Homero, Virgilio, entre otros. Mi época de
estudiante universitario no eliminó mi gusto por la literatura de ficción, pero también aparecieron
escritores de política, ciencia y filosofía, algunos de ellos me siguen acompañando. Leí a Hobbes,
Locke, Marx, Engels, Platón, Heagel, Witgeinstain, Darwin, Newton, entre otros.

Tenemos en los libros, el mejor aliado ahora que nos toca …

“quedarnos en casa”.

Hoy en mí época de profesional me sigo enamorando con cada libro que toca mis manos. El último
libro que finalicé fue “El baile del reloj” de la novelista estadounidense Anne Tyler. La obra trata de
la vida de una mujer llamada Willa Drake. Drake perdió a su madre a los 11 años y a partir de ese
momento, se desencantan una serie de hechos que marcan su vida. Esto provoca que viva la vida de
los demás y no la suya propia, sin embargo, un hecho desafortunado le hace por primera vez en su
vida dedicarse a vivir su propia vida y no la de los demás. Este 23 de abril se celebra una vez más
“El Día Internacional del Libro” fecha que nos recuerda la importancia de esos amigos que nos
acompañan día a día. Debemos recordar el gusto por la lectura.

Este hábito nos ayuda a mejorar nuestro vocabulario, nuestra redacción y nuestra ortografía. Leer
también nos lleva a informarnos más sobre la realidad; además está comprobado que las personas
que leen una mayor diversidad de libros, tienden a ser más tolerantes con los demás. Las personas
que leen poco, asumen unas cuantas ideas y las convierten en dogmas.
La lectura además de ser un ocio muy constructivo también ayuda a mejorar constantemente,
generando las herramientas necesarias para comprender mejor el mundo en el que vivimos. Los
libros terminan representando poderosas armas contra la ignorancia y contra la mentira. Leer es un
placer como pocos en la vida, por eso como bien dijo el famoso escritor argentino Jorge Luis
Borges: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”.

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