Mientras más unidad exista en el propósito de la persona, descubrirá más cantidad de poderes que ni siquiera sabía que tenía.
Esto comienza cuando determinas …. “qué vas a hacer para que eso ocurra”, cuando hay un acuerdo total en el ser humano en que esa es la dirección en la que tengo que ir.
La clave es la intensidad del deseo. Como cualquier arte en el que trabajas. Esto es lo que hace falta para transformar tu deseo verdadero -tu voluntad inicial- en manifestaciones tangibles en el mundo.
La palabra hebrea para “voluntad” es “ratzón”, de la raíz “ratz”, “correr”. Al igual que la fortaleza física y la energía dependen de la intensidad del régimen de trabajo, la fortaleza del ratzón depende de su intensidad.
Un rayo láser es un haz de luz concentrada. Imagina un día muy soleado, ahora imagina que tienes una lupa en ese mismo día muy soleado y focalizas la luz en un punto. Puedes hacer un fuego; es la misma luz que está brillando en todos lados, pero ahora la lupa la está concentrando.
La diferencia entre el éxito y el fracaso es a menudo la habilidad para concentrarse, para focalizar toda la atención en un único objetivo. La concentración es más importante que la inteligencia en bruto.
Tener un objetivo muy claro, puede impulsar a una persona con una mente menos capaz, a alcanzar logros más grandes que una persona con una mente más capaz que no está focalizada. Una mente rápida no es necesariamente una mente enfocada.
Desear es la base de lo que somos y es la cosa por la que más responsabilidad tenemos.
Todo comienza ahí.