María de los Ángeles Brenes Durán

La Navidad no solo es un día especial en el año para celebrar y dar regalos sino también es una de las épocas con más significado en la cristiandad, ya que significa el nacimiento de Jesús. Sin embargo, en los últimos tiempos, estas fiestas navideñas han tomado un giro más comercial y menos espiritual, dejando de lado y fuera de nuestros corazones, este gran momento lleno de enseñanza y amor.

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En muchas partes alrededor del mundo se celebra de forma distinta, también nos une el vínculo de la celebración, que es la llegada al mundo de Jesús hijo de Dios. Esta celebración en Costa Rica es motivo de encuentros familiares donde abundan las sonrisas, abrazos, deseos y un ambiente festivo muy grande; en las calles no pueden faltar los tradicionales villancicos y los famosos tamales junto a las posadas, así como la decoración del arbol navideño que se realiza en familia, al igual que el pesebre que reproduce el nacimiento del “Niñito”, forman parte de los tradicionales adornos en los hogares costarricenses.

En cuando a la entrega de regalos, la tradición en Costa Rica es entregarlos la noche del 24 y 25, pero también se han adoptado costumbres norteamericanas como la de que es Santa Claus quien trae los regalos, y para agregar un poco de historia, la celebración de Navidad surgió para contrarrestar las fiestas paganas que se celebraban en el mes de diciembre. El 25 era sagrado no sólo para los romanos, sino también para la cultura pérsica, -cuya religión de “Mithraism”-, era uno de los rivales principales del cristianismo de aquella época. La Iglesia sin embargo, deseaba cambiar la fiesta de Saturnalia (fiestas dedicadas al Dios Saturno) y en su lugar la transformó a la celebración de una Navidad cristiana.

Debemos conocer que muchas de las costumbres, historias y leyendas que se le fueron sumando a lo largo de los siglos provienen de diferentes países. Esta época del año es propicia para que los cristianos por medio del Adviento nos preparemos para recibir a Cristo, «luz del mundo» en nuestras almas, rectificando nuestras vidas y renovando el compromiso de seguirlo y ser mejores cada día aprendiendo de las enseñanzas que él nos heredó.

El espíritu de la Navidad para muchas personas es únicamente un estado de ánimo; pero para otras es el manto protector que envuelve al mundo durante los días que se recuerda el nacimiento de Jesús. Aunque muchas personas las consideran únicamente una forma de diversión, y estreno de ropa, la realidad es que, sea cual sea el concepto que se tenga sobre la Navidad, es una oportunidad para reflexionar en familia y dejar el pasado y viejos recuerdos negativos atrás, y mirar hacia adelante como lo hicieron los reyes magos al seguir la luz de la Estrella que iluminaba sus caminos hacia Belén. 

En este sentido quiero hacer un llamado a todas las familias a que hagan de cada adorno, pieza musical y celebración navideña, un motivo para crear un ambiente de paz que nos encamine a un encuentro personal con Dios por medio de Jesús. 

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