En honor al natalicio de José María Castro Madriz, – quien además de ser el primer Presidente de la República en Costa Rica, era un periodista destacado y defensor del derecho de las personas a decir lo que piensan-, en nuestro país se celebra cada primero de septiembre el “Día de la Libertad de Expresión”.
Este es precisamente uno de los derechos más preciados que puede tener una persona; la libertad de expresión nos permite comunicarnos sea verbalmente, por dibujos, bailes, esculturas y otras obras de arte, sobre aquello que sentimos y necesitamos decir.
«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión», afirma el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En Costa Rica vivimos un clima relativo de paz y respeto a los Derechos Humanos, por esa razón podemos libremente decir lo que queremos; sin embargo, en otros países no es así. Son muchos los lugares donde todavía comunicar cosas sin la autorización de otros o que estorban a personas poderosas, se paga con la cárcel e inclusive con la vida.
En nuestro país, en el pasado se quemaron periódicos, se encarcelaba periodistas, se les asesinaba; simplemente porque sus palabras incomodaban a otras personas.
No puede existir democracia en ningún país sino se tiene a la libertad de expresión entre sus más preciados valores. Esto por cuanto la libre expresión de ideas democratiza la discusión y lleva al ciudadano a poder confrontar a quienes ostentan el poder político.
En una sociedad donde hoy nos encontramos con diversos medios de comunicación tales como prensa escrita, radio, televisión; pero principalmente las nuevas tecnologías: encontramos procesos de democratización de la opinión pública. Por medio de redes sociales, las personas podemos criticar y comentar lo que nos parece y lo que no, de todo el acontecer nacional. Ya en este 2020, podemos afirmar que esto no ocurría así hace unas pocas décadas.
Las nuevas tecnologías permiten al ciudadano común interpelar a sus líderes, criticar la calidad de programas que ve en la televisión, reforzar y cuestionar opiniones de otras personas, pero ante todo son un canal muy hábil de promoción de ideas.
Pero esta apertura también trae consigo riesgos. Las personas debemos ser cuidadosas con nuestra forma de expresar las ideas; éstas no deben conducir al odio, ni incitar a la violencia ni dañar la reputación de otras personas mediante denuncias falsas.
El respeto a la intimidad, a la privacidad, la tolerancia, la paz y el derecho al honor deben ser criterios que usemos para que nuestra amada libertad de expresión sea un arma de progreso y no una de destrucción.